EL AMOR ES TAN CORTO… Y EL OLVIDO TAN LARGO
Por: Cristi Estefanía Rúa Ochoa
El Albergue de Las Mujeres Tristes
Daré una breve biografía de la autora del libro.
Marcela Serrano nació en Santiago de Chile en 1951. Hija de la novelista Elisa Pérez Walker (Serrano en su apellido de seudónimo) y del ensayista Horacio Serrano, es la cuarta de cinco hermanas.
Regresó a Chile en 1977, entrando en contacto con grupos artísticos; a principios de los ochenta montó su primera exposición. Se licenció en grabado en la Universidad Católica entre 1976 y 1983, y trabajó en diversos ámbitos de las artes visuales, en especial en instalaciones y acciones de arte como el body art, ganando un premio del Museo de Bellas Artes por un trabajo acerca de las mujeres del sur de Chile, pero pronto abandona estas actividades por completo.
Aunque empezó a escribir a edad muy temprana, no publicó su primera novela, Nosotras que nos queremos tanto, hasta 1991. Fue una de las revelaciones de ese año. Esta obra fue además la ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz (1994), y también en 1994, del premio de la Feria del Libro de Guadalajara (México) a la mejor novela hispanoamericana escrita por una mujer. Dos años más tarde publica Para que no me olvides, que en 1994 obtiene el Premio Municipal de Literatura, en Santiago de Chile. Escribe su tercera novela, Antigua vida mía (1995), en Guatemala. Le sigue El albergue de la mujeres tristes (1997). Tras múltiples ediciones de las anteriores, publicó en 1999 la novela negra Nuestra señora de la soledad. Marcela Serrano es una de las figuras más destacadas de la nueva narrativa de su país y de América Latina.
Tiene dos hijas, Elisa y Margarita. Desde hace más de 10 años vive en México debido a que su marido, Luis Maira, es el embajador chileno en este país.
La historia se desarrolla en torno al amor y desamor, su titulo es El Albergue de las Mujeres tristes, lo cual deja pensar en una serie de desafortunados encuentros amorosos de varias mujeres reunidas en un lugar determinado. Por tanto centraré mi ensayo en el amor y el desamor.
El libro trata de un lugar en donde se encuentran varias mujeres, que sufren el mismo mal: el desamor. Del desamor no escapa ninguna mujer, es decir, puede presentarse en cualquier estrato y en cualquier tipo de mujer.
Hemos visto a lo largo de la historia como se crean lugares que sirven como apoyo a diferentes problemáticas sociales, incluso de personas que por sucesos desafortunados en sus vídas, requieren ayuda. Esta problemática, del desamor, es muy común, pero no se le presta la tención necesaria. Es un dolor tan profundo el que sienten las personas engañadas o desilusionadas, como el dolor que se siente por la perdida por ejemplo de un ser querido.
Nadie escapa al desamor, existen hombres que sufren también por este hecho. Es necesario mencionar que fueron ellos, quienes por llamarlo de algún modo instauraron el desamor y el engaño. Lo que llevo a que las mujeres comenzaran a adoptar una posición autosuficiente y de venganza. Aquí entonces vale la pena, citar un popular adagio: por uno, pagan todos. Cuando se sufre por un mal de amor, es muy difícil volver a creer o a confiar. Esto lleva a las personas a pagar con la misma moneda, o haciendo daño a personas que tenían buenas intenciones y que nada tienen que ver con nuestros desengaños.
“(…) Donde esperamos si el amor no llega; cubiertas de qué, estas heridas” Marcela Serrano. El Albergue de Las Mujeres Tristes.
Muchas veces pensamos, que encontrar el amor es complicado, aunque nos enamoramos con gran facilidad. No sabemos si lo que sentimos en ocasiones es capricho o una mera ilusión. Es más, siempre tendemos a relacionar estos sentimientos con amor verdadero y a medida que pasa el tiempo nos damos cuenta de que son simples experiencias sin ninguna trascendencia en nuestras vidas.
Encontré el amor en una persona que nunca imagine que pudiera despertar en mí un sentimiento tan hermoso. Era un hombre mucho mayor, que inexplicablemente puso sus ojos en mi, una adolescente que no sabía nada de la vida. ¿Buscaba amor o tal vez solo estaba impresionado con mi juventud y mi belleza?, no lo sé, pero la realidad, es que aunque este señor, no era un hombre atractivo, tenía una gran experiencia y su forma de hablar encantaba.
Dedicaba mis mañanas a embellecer mi rostro y mi cabello con la firme esperanza de enamorarlo cada vez más. Una actitud muy ambiciosa y a la vez ilusa, pues ni siquiera sabía si era amor lo que le inspiraba a aquel hombre. Lo cierto, es que sí lograba llamar su atención, y todas las tardes mis ojos lograban encontrar los suyos en minutos que en mi corazón duraban eternidades.
Se dice popularmente que nada sucede por casualidad, y tal vez buscando la oportunidad coincidíamos en varios lugares. Cierto día se nos presento la oportunidad de hacer un viaje con varias personas y amigos en común. Como podía dejar pasar la oportunidad de encontrarme con él en un lugar lejano en donde nadie nos conocía y en donde nadie nos juzgaría. Así fue, sin más ni más, nos encontrábamos frente a una playa hermosa, donde su mar reflejaba siete bellos colores. Un paraíso, que nos llevo a juntar nuestros labios por primera vez, un momento maravilloso que opaco la belleza de aquel lugar.
Ese día, me dejo la certeza de que había despertado en aquel hombre un gran amor, y que esta historia apenas estaba iniciando y aún faltaba mucho por descubrir.
Una cita, quedo pendiente para la tarde del día siguiente, pero las miradas y el encuentro casual de esa noche aumentaron mis ilusiones.
Esa tarde, lo esperaba en mi habitación, más hermosa que nunca y con un perfume de rico olor, que invadía todo el lugar. Muy puntual, toco a mi puerta y con mis manos temblorosas lo recibí con gran ansiedad y felicidad. Nunca imagine que todo lo que soñé durante tanto tiempo, estaba a punto de hacerse realidad. No eran necesarias las palabras, nunca lo fueron, nunca se hicieron promesas y nunca se habló de amor. Pero esa tarde, descubrí ese maravilloso sentimiento y creí haberlo despertado en él. Su ternura, su mirada y sus caricias me hicieron esa tarde la mujer más feliz del universo. Y por fin, encontré lo que tantas mujeres desean tener EL AMOR.
Todo aquella tarde fue perfecto, todo fue mágico. PERO…, como en toda historia no falta este pero, su rostro se torno serio, y como si después de nuestro momento hermoso fuese necesario hablar, me dijo que debía marcharse, sin mayores explicaciones. Un poco inquieta por su actitud, pero al mismo tiempo feliz, le dije que lo vería más tarde para charlar, ¿de qué? Me pregunto, ¿como de qué? Ahora empieza el momento de conocernos mejor, pensaba, y él me preguntaba esto, deje que se marchara, esperando la noche para volverlo a ver.
Lo que antes fue un sentimiento que llenaba cada poro de mi cuerpo de felicidad, ahora se tornaba en una gran angustia al imaginar, con que saldría mi amado.
Lo espere por varias horas, y solo tuve la oportunidad de verlo, porque ese camino era necesario para que el volviese a su habitación, más no porque él quisiera verme. No me importo y quise pensar que simplemente había tardado en llegar. Esperaba un beso, un abrazo un te extrañe tal vez, pero lo único que recibí fue un frio hola, con mirada lejana y con un cuerpo distante.
¿Qué ocurría?, estaba soñando acaso, de que se trata entonces el amor, acaso, solo se tienen momentos a solas ¿y no se trata de un eterno momento? ¿Te pasa algo? Pregunte con angustia, al borde casi de una lágrima, sin explicarme por que de tanto dolor. NADA, respondió con la misma frialdad del saludo. Como empezar una conversación, si no espero más que monosílabos de su parte. Acercarme un poco, era una buena opción. Con gran miedo de ser rechazada, tome su mano y me acerque para darle un beso, como si nada estuviese pasando. Su mano nunca se cerro, para apretar la mía y su boca jamás la encontré.
Mis lagrimas no se hicieron esperar, no se dé donde venia tanto dolor, pero en ese momento me sentí morir. Pero tal parece que esto que me sucedía lo llevo a hablarme. ¿Por qué lloras?, me pregunto, acaso no era obvio, no sabía que decir, que pensar, no sabía que estaba esperando de mi. Pero sus palabras siguientes fueron aún más devastadoras. ¿Qué te pasa? ¿No me digas que pensaste que tu y yo…? Hubo un silencio que duro eternidades, que estaba ocurriendo, no lo sé, esperaba que él me lo aclarara todo. Mira, lo que paso entre nosotros fue lindo, pero jamás te dije que tendríamos algo serio… ¿algo serio? Acaso lo que sucedió no era lo suficientemente serio?, mira no quiero que te hagas falsas ilusiones conmigo…que broma tan absurda, ya estaba demasiado ilusionada, ya estaba demasiado enamorada, ya estaba demasiado triste y desilusionada. Mi tristeza de pronto, se fue convirtiendo en un profundo enojo, y quería que se desapareciera de mi vista, antes de dejar que mis manos reaccionaran a tanto dolor.
Quería que se fuera, pero al mismo tiempo quería que me abrasara y que me dijera que todo era una broma. Pero, se fue y tuve que reconocer, que no se trataba de una broma, y allí estaba una mujer dolida, desilusionada, sintiéndose como una estúpida, ante aquel hombre que nunca busco el amor en ella.
Ya nunca, mis ojos se volvieron a encontrar con los suyos, me ignoraba de tal forma que me sentí invisible, como si no existiera en este mundo. No volví a sentir su olor, por que el abismo que se creó entre nosotros no permitía siquiera la mínima cercanía. Aquel paraíso, se torno de pronto en un infierno, y mi dolor se hizo cada vez más agudo.
Regresamos a la realidad, a mi realidad, a una realidad de desamor y de dolor. No lo volví a ver, nunca busque un encuentro casual y era obvio que lo mejor que él podía hacer era no verme nunca más.
Vivir un amor, es hermoso y este sentimiento puede despertarse con tal rapidez, que no permite razón ni pensamiento. Es abrumador y cobija todo tu ser. No sabes cómo comienza, pero nunca olvidas como termina.
Mi dolor no sé si ya lo he superado, porque también siento que mi orgullo y mi dignidad han quedado pisoteados. Siempre pensamos en guardar nuestra esencia de mujer, para nuestro gran y único amor. Nunca pensamos, que para los hombres es tan efímero y simple este hecho. No sé cómo piensan, no sé cómo sienten, no sé cómo nos ven a nosotras las mujeres. Todos los días me pregunto, ¿Qué fue lo que deje de hacer o lo que hice mal?, quisiera tenerlo en frente, y preguntarle, que sintió por mí, que le inspire. Porque cada vez, que un hombre me mira distinto o se interesa en mi, siento que nada bueno puedo inspirarle, que nada bueno puedo brindarle. Este amor aún no lo he podido sacar de mi pecho y cada día, recuerdo este momento como el más feliz y el más triste de mi vida.
No sé, como reaccione si algún día lo vuelvo a ver, mientras tanto, me consuela el hecho, de que no soy la única que ha pasado por esto. Puede ser perjudicial hablar de lo que nos hace daño, pero es una necesidad que no puedo controlar.